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Sindrome Procusto


Según el DSMV, un síndrome es un grupo de síntomas que, en su conjunto, indican una característica, una enfermedad, un trastorno psicológico u otra anomalía. Un síndrome es un patrón de conducta distintivo o característico.

Las siglas DSM a la que se acaba de hacer referencia aluden al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association, APA) y contiene descripciones, síntomas y otros criterios para diagnosticar trastornos mentales.

Aunque en nuestra cultura estamos acostumbrados a categorizar los trastornos mentales de acuerdo a los manuales internacionales de referencia (CIE-10 y DSM-V), el Síndrome de Procusto no constituye una entidad clínica formal, por lo que no se encuentra manualizado con ese nombre y ese tipo de psicopatología entra en la categorización que se denomina “síndrome dependiente de la cultura” y en el DSM-IV-TR se define como: “patrón de comportamiento aberrante y experiencias perturbadoras, recurrentes y específicas.

Se ha dado en llamar Síndrome de Procusto a la incapacidad para reconocer como válidas ideas de terceros a causa del miedo a ser superado profesional o personalmente por otros y en consecuencia atacado.

El móvil es un fuerte sentimiento de envidia y puede llevar a quien lo sufra a tomar malas decisiones, en perjuicio de otros y de rebote perjudicarse a sí mismo.

Las metodologías que usan quienes padecen este síndrome se proyectan para inmovilizar al que selecciona como víctima (entendiendo por tal a quien sufre un daño o un perjuicio a causa de determinada acción o suceso) y el objetivo es frenar sus iniciativas, aportaciones y opiniones.

En la jerga popular se conoce al atacante como “serruchador de piso”.

El nombre Procusto fue asignado haciendo referencia al mito que nace en la mitología Griega. Cuenta la misma que Procusto era un posadero que tenía un parador y ofrecía vino al viajero solitario, allí lo invitaba a acostarse en un lecho de hierro y cuando este se dormía, lo amordazaba, ataba y procedía a cortar las partes del cuerpo que sobresalían, si el sujeto era de contextura pequeña lo descoyuntaba hasta estirarlo; pero nadie coincidía con el tamaño de la cama puesto que tenía tres; una corta, una larga y otra extensible.

Su hábito continuó hasta que apareció un tal Teseo quien retó a Procusto a comprobar si su cuerpo coincidía con el tamaño de la cama, entonces cuando el posadero se acostó Teseo aplicó en él su método y después de torturarlo le cortó los pies y finalmente la cabeza.

En todos los ámbitos, escuela, barrio, trabajo, etc., podemos encontrar un Procusto, gente con un perfil psicológico signado por un sentimiento de tristeza o enojo por no tener algo que otra persona posee tanto dotes personales, como objetos. La personalidad de estas personas insatisfechas y sufrientes tiene las siguientes características:

Ellos desprecian a quienes sobresalen, a quienes se destacan, a quienes se desempeñan con una buena performance o a quienes son calificados por muchos con excelente idoneidad para desempeñar una tarea, porque que los consideran una amenaza. El temor a quedar opacados hace que conceptualicen a estas personas como su competencia y se ven motivados entonces a desplegar acciones para afrontar esa situación.

Los motivos por los cuales unas personas desarrollan este patrón de conducta, tiene que ver con su predisposición natural, los estímulos inadecuados recibidos desde niño, su historia de aprendizaje y la predisposición a la subjetividad, cuestión por la que hacen errada interpretación de la realidad.

La imposibilidad de adaptarse al presente que se presenta distinto al formato que esperan, les hace sentir mucho sufrimiento e impotencia.

Es difícil identificarlos en un primer momento puesto que a nivel cognitivo pueden tener talentos, cuestión que les permite acceder a la cultura y destacarse y fingir empatía.

El perfil de estos sujetos puede tener los rasgos del “psicópata débil”.

La Prof. María del Cármen Dohyarzabál describe en su página a las personas con esta característica y expresa que desarrollan una modalidad vinculada a lo evitativo y dependiente, que cuando sienten miedo pueden ser violentas, precisamente para demostrar que no lo tienen. La máscara que esgrimen esconde seres inseguros, irresolutos e incluso cobardes, que ante las situaciones en donde suponen peligro actúan de manera contra-fóbica agrediendo a sus supuestos perseguidores, que en su fantasía son siempre enemigos agresivos, sádicos y poderosos. Esa táctica la utilizan para no poner en evidencia sus debilidades.

Pueden sorprender con violencia física o verbal y utilizar un boicot enmascarado, que consiste en idear planes para generar un perjuicio a terceros, o bien emitiendo propaganda nociva, restando colaboración o incumpliendo tratos.

Entonces las conductas de los Procustos muestran:



¿Cuáles serían los rasgos grafológicos esperables, en la grafía de un Procusto?


El precepto número uno de la grafología dice que no se deben tomar rasgos aislados como válidos, sino interpretarlos dentro de un todo, de modo que muchas pueden ser las combinaciones, aquí se señalan algunas, cuántos más indicios grafológicos se encuentren, que denoten las características mencionadas, mayor será la posibilidad de estar frente a un Procusto si es que no se hallan signos gráficos que atenúen la tendencia paranoica, la individualidad y/o la agresividad.

Analizando la firma que simboliza el auto concepto abreviado del escribiente y aplicando los distintos métodos que se implementan hoy en día, del análisis pormenorizado debería surgir que el escribiente es:

Consciente de su falta de identificación con la ideología del medio donde se desenvuelve, en ese caso encuadrando la firma y dividiéndola en 9 casilleros el segundo espacio, en la parte superior, podría estar vacío o con ángulos, sobre todo agudos a derecha. Si los ángulos se presentaran en dos direcciones la oposición ideológica se vería reflejada tanto entre los íntimos como entre los ajenos.

Cuando en el desarrollo de la firma el primer trazo nace en el espacio 1 (zona superior, el primero de derecha a izquierda) y con una curva, nos estaría indicando que en primera instancia un sujeto así busca producir un impacto favorable sobre los demás, a través de modos agradables.

El espacio 1 corresponde al Padre Nutricio, (según consignan Francisco Viñals y María Luz Puente, en el libro en el que comparten autoría “Psicodiagnóstico por la escritura” en la Pag. 60) advierte la “-necesidad de ayudar a otros y al propio tiempo necesidad de aprecio de los otros, necesidad de la proximidad de los demás, necesidad de ser necesario, necesidad de comunicarse. Dependencia de la dependencia de los demás, simpatía, paternalismo, maternalismo. Su temor estaría en no ser querido”. O sea a nivel consciente con esa máscara podría estar saliendo al mundo. Según Pedro D’alfonso representa la modalidad adaptable que pretende mostrar.

Se puede encontrar en la firma de estos sujetos que la zona media se desarrolla entre paralelas y queda encerrada entre ellas, lo que representaría otro signo de tendencia paranoica, simbólicamente hablando estaría irguiendo barreras para proteger su Yo. Los trazos verticales podrían ser construidos con modalidad “alfiler” por lo tanto muchos más finos en su base.

La base representa la realidad y al no afirmarse en ella con contundencia denota hipersensibilidad ante los estímulos del aquí y ahora, por ende es otro rasgo paranoide. La escritura en alfiler a la que se hizo referencia, indica un carácter astuto, observador y penetrante. Figuradamente se podría afirmar que el escritor presiente y vivencia la realidad ambiente como si en la base en que se produce el afilamiento hubiese arena caliente y debiera caminar con pequeños saltitos.

Para Marchesan es el reflejo psiconervioso de un estremecimiento, sobresalto o movimiento de encogimiento. Es como la retracción de los brazos hacia el cuerpo en actitud defensiva, es un movimiento reflejo, potente, al margen de la voluntad y la consciencia que tiende a reducir el blanco ofrecido a la agresión del enemigo.

Según la clasificación del (CIE-10, el Trastorno Paranoide de la personalidad constituye un patrón de desconfianza y suspicacia general que inicia en la edad adulta.

Dicho trastorno hace que las intenciones de los demás sean interpretadas usualmente como maliciosas.

Existen según el CIE-10, ciertas características que deben cumplir las personas que experimentan este trastorno. Debieran ser 4 o más de las siguientes y no aparecer en el curso de otros trastornos (como la esquizofrenia) a saber.

La hipersensibilidad mencionada produce, en general, en los sujetos con esta patología sufrimientos desproporcionados a la entidad del hecho que los han producido, entienden que sus contactos con el ambiente les proporcionan de cuando en cuando sufrimientos insoportables, en consecuencia, siente en esos contactos hostilidades aplastantes quedando desconcertados y fuertemente atemorizados, con alta predisposición a generar un complejo de inferioridad y a consecuencia se fabrican una coraza se aíslan.

La frecuencia y la gravedad de los dolores sufridos los inducen a estar en guardia en relación con el ambiente, y de aquí su actitud de constante sospecha.

Apenas una situación se hace inestable, entran en un estado de crisis.

Prevén como posible una cantidad de acontecimientos dolorosos y terribles, viendo en todas partes lo peor y más negro, afanosamente aprestan defensas en todas partes, incluso donde y cuando resulta inverosímil que se presente un peligro.

La crisis los induce a la depresión, haciendo de ella su estado habitual y asumen con facilidad actitudes obsesivas.

Su inserción en la realidad afectiva, económica y profesional es problemática.

Se inclinan a cometer grandes errores de táctica, a tomar decisiones desconsideradas por efecto de la complejidad que le presentan las situaciones.

Si los sujetos se mantienen tranquilos tratan de no relacionarse con el exterior, pero aún así le dan vueltas y más vueltas a los asuntos generando a la larga exasperación y potenciando “una bola de nieve” porque en respuesta a su accionar la gente suele reaccionar agrediendo y corroboran con ello que tenían razón.

En un cierto punto la carga de dolor desesperado se puede volver incontenible, llegando, entonces a “la explosión” que suele manifestarse en consecuencia con cólera y violencia exacerbada.

Volviendo a la grafía la firma podría comenzar con cisura inicial, reflejando que el portador del síndrome se toma su tiempo para avanzar, puede arrancar con entusiasmo (siendo ascendente y sinuosa).

Como el estilo de comunicación es restringido, veríamos en ese caso la letra “e” estrecha, en cuanto a la anchura en general podría ser extensa, cuestión que estaría evidenciando ansias por lograr un cambio, característica que se podría combinar con signos de constricción y entonces podríamos decir que esa dicotomía mostraría ambigüedad, deseos de avanzar e híper cautela. Tal ambivalencia es la que daría cuenta entre otros signos de la predisposición a mitigar su adaptabilidad, modalidad que estaría describiendo la no espontaneidad.

Por el exceso de desconfianza podrían omitir el nombre de pila, o el apellido, dependiendo ante quién firma, de modo que como estrategia solo estarían mostrando un costado de su personalidad, el más conveniente de momento. También podría estar plasmada solo con iniciales. Si hubiera un punto a la derecha evidenciaría desconfianza hacia el afuera.

La rúbrica podría ser envolvente, eso reflejaría necesidad de sentirse protegido, miedo a ser atacado, aislamiento y suspicacia.

En cuanto al texto podríamos encontrar, óvalos deformados, óvalos pinchados, palabras reflejas (sobre todo si menciona la palabra amigo, compañero o el nombre de alguno de ellos) el rasgo de “tiro la piedra y escondo la mano”, entre otros.